Qué piensa Bonner Mosquera

Siempre fui un convencido que, a pesar de los errores de comportamiento y tácticos que se le podían achacar a Mario Vanemerak, sacarlo del banco de Millonarios en medio de la disputa del actual torneo, significaba resignar cualquier posibilidad deportiva real de luchar por el título del primer semestre. Pues bien, con los dos partidos de Millonarios, al mando del “asistente” de los últimos tres directores técnicos que ha tenido nuestro equipo, mi pálpito se ha visto más que confirmado.

Luego de la salida de MV, y el nombramiento en interinidad de Bonner Mosquera, sus primeras decisiones como entrenador, consistieron en modificar la conformación de la nómina base que venía trabajando a lo largo del campeonato, colocando en la línea titular a varios jugadores sin ritmo de competencia, justo en la etapa más crucial del torneo. Estas decisiones, mostraron un evidente distanciamiento de su parte con lo que se venía trabajando en los últimos ocho meses, lo que personalmente me deja un manto de duda sobre la “lealtad” del señor Mosquera con el anterior DT.

Creo que ni el más ácido de los críticos que pueda tener Mario Vanemerak en este foro, podrá negar que, si bien los resultados no siempre fueron los deseados, al equipo antes se le veía algún orden, alguna idea táctica, se generaban opciones de gol. Se perdieron muchos puntos por falta de definición de nuestros jugadores, pero nunca –salvo en el extrañísimo partido frente a Boyacá Chicó- nuestro equipo se vio inferior a sus rivales.

En su transmisión radial, Cesar Augusto Londoño afirmó que la actuación del Millonarios de ayer demostraba que los jugadores no se le habían parado a Mario Vanemerak, sino que eso que se veía en la cancha era todo lo que tenía nuestro equipo. Nada más lejano a la realidad. Basta recordar el partido en Medellín contra el verde antioqueño, o el triunfo categórico como locales frente al América, o el empate frente al Cali con penal errado de Ciciliano, o el mismo partido frente a Santa fe de hace algunas semanas. Incluso en las derrotas frente a DIM, Cúcuta y Pasto, quedó en la afición el sabor agridulce de que hubiésemos merecido una mejor suerte.

Poniéndome en el cuero del señor Bonner Mosquera, considero que la decisión más lógica, a cinco fechas de terminar el torneo y con “el rancho ardiendo”, hubiese sido darle continuidad a lo que venía trabajándose. Pero en su afán de poner distancia entre la “era Vanemerak” y la “era Mosquera” terminó por hundir las posibilidades de disputar tan siquiera una posible clasificación a los cuadrangulares finales.

Pero, además de sus decisiones sobre conformación de la nómina, hay que decir que no se ve el fruto de su trabajo durante la semana. El equipo en sus dos más recientes salidas, se ve desordenado, sin brújula. Había que estar ayer en el estadio para ver la angustia de los jugadores en cada cobro de pelota quieta del equipo rojo: No sabían dónde, ni como debían pararse. En varias ocasiones se vio a Bedoya dando las instrucciones a sus compañeros de cómo ubicarse. Otro detalle, como la elaboración de jugadas de ataque con pelota quieta, dejaban ver el trabajo que el anterior DT desarrollaba durante la semana. Ayer la única formula fueron los cobros siempre desviados de Ciciliano


No se vieron formulas de ataque, las pocas escaramuzas de ataque fueron fruto del constante pelotazo que se envió al área, y las llegadas se presentaron más por empuje y a los tropezones. Nunca se vio un equipo con algún orden, o experimentando diferentes formulas para buscar el arco contrario. Curiosamente Oscar Briceño terminó siendo el jugador más claro en el frente de ataque, pero siempre se veía solo.

Ciciliano sin mucha claridad, aunque por lo menos mostró más actitud que en el partido contra los boyacenses, y hasta le alcanzó para poner mano a mano a sus compañeros en algunas jugadas aisladas. Los laterales nunca fueron formula de ataque, y las pocas veces que Rojas (ay Rojitas!!) intentó salir por su costado, perdió el balón y dejó al equipo mal parado. Zapata salía, pero ya todos sabemos cómo terminan las excursiones al ataque de “Morumbí”

En el medio Bedoya aportaba lo suyo. Él y Andrés Pérez se convirtieron por largos pasajes del partido en los generadores de fútbol del equipo. Jonathan, quien venía siendo la formula de ataque más importante del equipo, ayer lució opaco, sin brillo, fácilmente controlado por la defensa rival. Aún así, considero (así como muchos en el estadio), que fue injusta su salida para darle paso a Cochas, pues el llamado a abandonar la cancha debía escogerse entre Luis Zapata o Gustavo Rojas.

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En resumen, la derrota de ayer fue muy justa. Nos ganó un equipo claro, serio y ordenado y, para ser sinceros, pudimos haber salido goleados. La tribuna azul desconcertada, no logra entender que el funcionamiento de nuestro equipo haya cambiado tan diametralmente con el relevo del DT anterior por su “asistente técnico”. Tal vez por eso, y ante la impotencia de la derrota, varias veces a lo largo del partido, y mientras se desocupaban las tribunas, se escuchó el coro que tanto debe incomodar a muchos dirigentes, periodistas e hinchas: “Vanemerak, Vanemerak, vamos vamos Vanemerak”

Restan tres fechas, aún hay posibilidades matemáticas, y en el fondo de mi corazón de hincha guardo la esperanza de que alcancemos a clasificar. Pero, ante la realidad de lo visto ayer en la cancha, creo que es tiempo de exigirle a nuestros dirigentes, que es hora de que vayan diseñando el segundo semestre pues ya están en mora de contratar un DT y los refuerzos para afrontar la Mustang 2. Claro está, si es que se deciden a conformar un equipo verdaderamente competitivo, o acaso pensarán darle continuidad a la “recocha” de equipo que ha presentado el señor Bonner Mosquera?


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