Millonarios se dejó arrastrar por la angustia y echó a pique todos los progresos que había tenido frente a su hinchada en sólo 90 minutos.
El de este sábado fue un equipo liviano, sin ideas, desesperado y desequilibrado, que perdió 1-2 con Pasto y que expandió una ola de angustia entre los 12.000 espectadores que llegaron a El Campín.
Sin Gerardo Bedoya y sin Ricardo Ciciliano, buena parte de la cuota de experiencia de Millonarios, el equipo quedó en manos de un grupo de jóvenes que fue sorprendido por un equipo que atacó hasta que encontró el gol, a los 16 minutos, y luego supo defenderse con orden.
Ese tanto pastuso, paradójicamente, llegó por una falla del jugador más veterano de la cancha, Óscar Córdoba, a quien se le pasó por debajo de los pies un pase largo de Luis Eduardo Lora y dejó con todo listo para anotar a Carlos Daniel Hidalgo.
Millonarios fue una suma de voluntades a la que le sobró coraje, pero le faltó muchísimo fútbol. Y para completar, cuando ya había hecho dos cambios y alistaba un delantero más, el portero Córdoba se quitó los guantes, miró al técnico y pidió salir de la cancha por un dolor en la espalda.
El único peligro que hubo en el arco visitante fue gracias a los tiros libres de Rubén Darío Bustos: uno se estrelló en el palo y otro lo sacó el arquero. Por esa misma vía llegó el segundo del Pasto, a los 19 de la segunda etapa. El cobro de Hidalgo se le pasó por debajo del cuerpo a José Cuadrado.
A punta de ganas, Millos anotó el gol del descuento a los 36, en una patriada de Mauricio Casierra. No le alcanzó para empatar, ni para evitar el disgusto de los fanáticos. Cuidado: de 15 puntos en Bogotá, Millos sólo hizo cinco. Y viene el clásico...
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