La historia es peregrina y viajera: anuda en los puertos del sentimiento transita sin afanes por los muelles de la tranquilidad desde el alba hasta la noche sin que nadie se atreva a poner en duda su reputación de dama seria y serena. Sólo cuando el estudioso la sigue con paciencia y se embriaga observando su andar, cadencioso y coqueto, puede conocerla a fondo y descubrir sus deslices con el error, sus aventuras con el naufragio de la verdad y su tierno idilio con la incertidumbre. Esa es la historia de la ciudad de los amores; la del supuesto fundador, perteneciente al ejército de los invasores que desde 1.492 tuvo la insolencia de atribuirse el descubrimiento de un territorio con vida y ciencia propia desde mucho años antes de que ellos llegaran. De los negros aferrados al milagro de la libertad y de los indios que luchan contra el naufragio en los tiempos borrascosos de una globalización afectuosa con las cosas y despectiva los humanos.
La historia, cuando se la estudia con pasión ofrece su néctar embriagante a quien quiera degustar sus racimos de hechos amargos, almibarados o ácidos con los cuales se ha ido el la sustancia del tiempo. Y la historia de Riohacha es tranquila y bella como sus atardeceres rojizos pero un día el campanario del presente anuncia la hora de revisar los hechos y entonces, el relámpago de la lucidez, ilumina sobre los hechos inexplorados y parecen nuevas verdades y nuevas versiones que apuntan siempre a un encuentro de la ciudad con sus raíces amerindias, africanas y europeas. Riohacha es, a no dudarlo, una de las ciudades más hermosas de Colombia. Su posición privilegiada frente al mar Caribe, sus apetecidas playas, su hermosa catedral su mestizaje, sus calles angostas, sus balcones de madera y, sobre todo, su historia, hacen de ella un espacio situado en cierto lugar del lado izquierdo del pecho de todos los guajiros.
Han pasado ya 463 años desde la fundación de la “gentil Riohacha”, como la llama Luis Alejandro López en el himno de la Guajira. La tierra de Padilla se volvió adulta y es una de las ciudades más “veteranas” del continente al lado de capitales como Asunción(Paraguay) fundada en 1541, Santiago(Chile) en 1.541, la Paz (Bolivia) en 1.548 y es aún más antigua que otras como Caracas(1.567), Buenos Aires (1.580), , Montevideo ( 1.726), San José de (Costa Rica, 1736) Washington (1.783) y Brasilia (1.960). Los libros de historia sitúan la llegada de Colón al continente de los aztecas, mayas, incas y caribes en 1.492. Si la historia está bien contada y las cuentas bien hechas eso quiere decir que Riohacha comenzó a vivir como ciudad cincuenta y tres años después de la primera visita del almirante genovés, es decir, cuando el continente apenas comenzaba a adquirir las costumbres del invasor.
La frase “si la historia está bien contada” deja un cierto manto de dudas sobre la veracidad y la exactitud de las fechas relacionadas con la aventura de Colón. Pero no hay necesidad de rectificarla ni de corregirla, pues en Riohacha se ha comprobado que la historia no siempre es como la cuentan. Varias generaciones de riohacheros crecieron convencidas de que su patria chica había sido fundada por Nicolás de Federmann, pero un día cualquiera Benjamín Ezpeleta comenzó a sospechar de ciertos datos no concordantes y se dio a la tarea de hacer la más rigurosa y apasionada investigación de los últimos años. Finalmente propuso una tesis revolucionaria acerca de la identidad de los primeros pobladores. En primer lugar, justo es decirlo, el aspecto más importante del nuevo planteamiento es demostrar que el alemán al servicio de la compañía Wesler, no era el fundador.
El asunto no era sencillo: la tradición había metido a Federmann bien adentro de la identidad riohachera. Los niños aprendían sobre él desde temprana edad, los profesores de historia repetían la historia oficial, los programas académicos aprobados por las autoridades educativas acogían su veracidad, uno de los parques más importantes y el club mejor posicionado llevaban su nombre. La historia es la historia y se hizo para contarla, no para cambiarla constantemente. Por lo menos de esa manera piensan quienes confían en el carácter estático de ésta disciplina social. Diego Armando Maradona en vísperas de un juego entre Argentina y Colombia por las eliminatorias al mundial de USA 94 dijo: “La historia está bien. Argentina arriba y Colombia abajo, eso no debe cambiar” Pero cambió, porque los colombianos ganaron inesperadamente 5-0 y reescribieron la historia en donde un chico vence a un grande en su propio estadio. Esa es la historia: dinámica, cambiante, renovadora. Y Benjamín Ezpeleta lo sabía. Por eso califica la versión oficial como “un mito entre las brumas” (Ezpeleta, 2000).
En su revolucionario libro “La verdadera Historia de Riohacha” manifiesta: “Lo de Nicolás de Federmann como fundador de Riohacha ha sido un mito entre las brumas. No se sabe cómo ni cuándo se engendró la versión de que el expedicionario alemán haya establecido a esta hidalga ciudad en el lugar que actualmente ocupa, en las orillas del Río Ranchería” El historiador guajiro encuentra una gran debilidad en la tesis federmanista de la fundación y es la falta de documentos para respaldarla. En ese sentido cita apartes de la obra “Vida de Nicolás de Federmann, cofundador de Bogotá” de Juan Friede, a la que le atribuye”carencia de objetividad y podo peso específico: “En la costa de mar, probablemente cerca de la desembocadura del Río de el hacha, fundó una población con el nombre de Nuestra Señora de las Nieves, evocando, quizá la Sierra Nevada de Santa Marta que se eleva majestuosamente al Suroeste de la Guajira”. Las negrillas fueron resaltadas a propósito para aludir a las dudas de Friede acerca de la actuación del teutón en la fundación de la ciudad. Los planteamientos de Ezpeleta para controvertir la historia oficial se pueden resumir en los siguientes puntos:
- El derrotero del alemán desde el Cabo de la Vela no pasa por Riohacha.
- El libro de Juan Friede se titula “Vida de Nicolás de Federmann, cofundador de Bogotá” sin darle ningún mérito en la titulación de la obra a la fundación de la ciudad caribeña.
- Federmann no podía pasar del Cabo “porque allí llegaban los límites del territorio Wesler, la empresa alemana que lo había contratado” (Ezpeleta, 2000).
Sin embargo a prueba reina para desvanecer el “mito entre las brumas es bien poderosa: Riohacha fue fundada en 1.545 y Federmann murió tres años antes. El asunto, de esta manera no deja lugar a dudas. Un vistazo a la enciclopedia Encarta ayuda construir conclusiones favorables a la tesis del historiador guajiro. En el apartado referente a la biografía de Federmann consigna: “Después de participar en la fundación de Santa fe de Bogotá (agosto de 1538), volvió a Europa y pleiteó también con los Wesler, que lo hicieron encarcelar en 1540. Murió en prisión, en la ciudad española de Valladolid, dos años después. (1993-2003 Microsoft Corporation). Como se observa, el expedicionario de Ulm (en esa ciudad alemana nació el supuesto fundador) fue encarcelado en 1.540 por sus líos con la Wesler y murió “dos años después”, es decir, en 1.542.
Veamos ahora la información aportada por la misma fuente respecto a la fundación de Riohacha: “La población fue fundada en 1545, perteneciendo al departamento de Magdalena hasta 1954, cuando se decretó la intendencia de La Guajira…”(1993-2003 Microsoft Corporation.) Además Ezpeleta otros ilustres historiadores cuestionan seriamente la historia oficialmente estudiada durante tanto tiempo. Es el caso de Marco Tulio Annicchiarico Robles quien se refiere al tema en la página 235 de su libro “Fundación de Riohacha “Perla Preciosa”: “Un dato consagrado en la historiografía colombiana y riohachera da cuenta que Riohacha fue fundada por Nicolás de Federmann, dato que carece de toda veracidad histórica (subrayado fuera de texto), este es un dato transferido por la tradición popular, que se conserva tenazmente, argumento que se desarma al más leve roce con la realidad al estudiarlas fuentes de consulta, tanto antiguas como contemporáneas, se puede comprobar que en ninguna parte se señala a Federmann como fundador de Riohacha”( Annicchiarico, 2000).
Los dos autores, Ezpeleta y Annicchiarico coinciden en desmentir la versión según la cual el hombre de la Wesler fundó a Riohacha. Otros de sus puntos de encuentro tiene que ver con los verdaderos fundadores de Nuestra Señora de los Remedios del Río de la Hacha, nombre cargado de hermosura y tradición católica y española con que se conoció a la ciudad en sus orígenes. Los dos plantean que los fundadores fueron personas provenientes de la isla de Cubagua (isla situada en el mar Caribe frente a las costas del actual estado de Sucre en Venezuela), quienes emigraron primero al Cabo de la Vela obligados por la disminución de las perlas a cuya pesca se dedicaban y luego a las orillas del Río Ranchería buscando un sitio más resguardado contra los permanentes ataques de los barcos piratas. La nueva ciudad nació para crecer. Dentro de ella ha palpitado siempre la multiculturalidad, y el mestizaje y se han alternado de manera casi sincrónica los tiempos de la abundancia y de la escasez, del auge y de la depresión.
La primera de todas las bonanzas fue indudablemente la de las perlas. Según Fredy González Zubiría en su obra “Cultura y Sociedad criolla de la Guajira” las perlas fueron el motivo principal del poblamiento español de la península. Durante esta época aparece la figura del propietario o “Señor de la canoa” a quien González Zubiría describe magistralmente: “Su desembarco en Riohacha era más importante que la visita de un alto funcionario de la corona. Mientras que los delegados oficiales representaban el poder de un rey lejano y de un reino extenso con muchos problemas, el ’perlero’ representaba el poder regional, propietario de la riqueza, generador de empleo y el poder oculto tras bambalinas de los cargos públicos locales” (González Zubiría 2.005) De esta bonanza Riohacha quedó “con el pecado y sin el género”. Dicho en otras palabras, disfrutó muy poco de lo bueno y debió sufrir mucho, pero mucho de lo malo.
En primer lugar los capitalistas exportaron sus utilidades a otros lugares, Sevilla (España), por ejemplo. A la ciudad no le quedaron grandes obras de arquitecturas ni inversiones para garantizar su desarrollo en el tiempo. En cambio debe soportar los ataques de filibusteros y piratas atraídos por las noticias de la bonanza y el esplendor económico. Entre los indeseables visitantes se asoman los más terribles piratas ingleses y franceses: Francis Drake, Henry Morgan, John Hawkins, y James Cook quienes llegarían a “saquear, en el mejor de los casos, e incendiarla como sucedió en múltiples ocasiones” (González Zubiría, 2005) Más adelante vendría otra época de oxigenación económica representada en una nueva bonanza sustentada no en el producido del mar sino de los suelos de toda la Guajira y regiones vecinas. Se trata del auge de las exportaciones de maderas en los siglos XVII y XVIII. Afortunadamente se ofrece esta oportunidad como una forma de hacer frente a la crisis surgida por el decaimiento de la actividad de obtención y ventas de las perlas. Para ese entonces se producen embarques de palo de brasil hacia importantes centros industriales de los Estados Unidos y Europa. Un suceso del momento propició esta temporada de vacas gordas para la economía local: la revolución industrial. Fue una época en la que los artesanos del mundo fueron desplazados por máquinas descomunales capaces de fabricar más unidades en menos tiempo.
De esta manera las empresas industriales demandan mayores cantidades de materia prima y compran en todo el mundo todo lo que le pueda ser vendido. Es así como la ola de prosperidad llega al continente americano, especialmente a Riohacha desde donde se envían grandes cantidades de palo de brasil y dividivi, con lo cual se benefician los indígenas y campesinos encargados de su recolección, pero, principalmente los comerciantes, algunos de ellos de origen judío, algunos de los cuales dirigen su negocio desde Curazao y otros, después de la independencia, se radican cerca de de su nueva “mina de oro”, es decir, en Riohacha. Algunas consecuencias de esta época es el aumento de intercambio de bienes raíces y de naves dedicadas al transporte de la madera. Fredy González Zubiría da cuenta de hechos significativos ocurridos en este tiempo: “Durante la bonanza comercial se amplió el muelle, se construyó la actual catedral y se edificaron hermosas casas republicanas que aún se conservan en la ciudad. La bonanza trajo de nuevo esplendor a la economía regional y dejó fundamentos para fundar en 1.885 el Banco de Riohacha con un capital de 15.000 pesos” (González Zubiría 2.005) Lo más impresionante de todo es el espíritu empresarial de quienes en esa época poseían el capital. Lejos de mantener su dinero debajo del colchón decidieron invertirlo en actividades rentables, exportarlas al exterior y, en una demostración de audacia, fundar un banco.
Quienes visitan el Palacio de la Moneda en Bogotá se llevan la sorpresa de ver billetes con el rótulo de “banco de Riohacha”y con todo el derecho del mundo pueden suponer que es un billete artístico o didáctico, de los usados por los profesores de contabilidad cálculo mercantil para introducir a sus alumnos en los intrincados caminos del mundo financiero. Pues bien, los billetes son de verdad-verdad, pues el Banco de Riohacha no es producto de la ficción sino de la realidad. La entidad financiera, de la cual llegó a decirse sin ningún fundamento que había sido el primer banco del Caribe colombiano, fue creada el 1º. De abril de 1.882 con un capital autorizado de 50 mil pesos y licencia para funcionar con algo más de 15 mil pesos.
Regresando al tema de los buenos tiempos del comercio de la madera es de anotar que como sucede con toda bonanza, esta también tuvo su lado amargo y un precio costoso, difícil de cuantificar y más aún de pagar: la tala indiscriminada de árboles destruyó los bosques naturales de la región y contribuyó a que en el largo plazo diminuyera el caudal de los ríos hasta el punto de que algunos prácticamente languidecieron y desaparecieron. Desde aquel entonces la comunidad estaba corriendo los riesgos ambientales y hoy en día la naturaleza sigue pasando factura de cobro en términos de capas de ozono apolilladas, huracanes despiadados, ríos moribundos, playas enturbiadas, oxígeno envenenado y otras demostraciones de que el planeta no está complacido con tantos destructores actuando juntos.
Etiquetas: Guajira
3 Comments:
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- Anónimo said...
30 de agosto de 2010, 15:46bn estubo orrible- Anónimo said...
30 de agosto de 2010, 15:47si eso no me agrado resumanlo- cheap viagra said...
28 de noviembre de 2011, 15:49Hello, i think that this post is very good, i would like to read more about it